domingo, 25 de marzo de 2018

Efímero 2

Mira, ahí pasó. Me veo al espejo y sonrío. Un momento de felicidad. Una suave brisa tranquila, que te hace disfrutar el momento. Increíble que suceda, captarlo, sentirlo y abrazarlo. Sabés que esa sensación dura a veces un suspiro. A veces un día.

martes, 6 de marzo de 2018

La travesía

El flaco Gutierrez y el quemao Aguirre habían sido grandes nadadores en su adolescencia. Devenidos en borrachos de bar recordaban sus glorias aquella tarde soleada de otoño.
Entre copas y risas el viejo Mincho los desafió, 

- ¿A que ahora no se animan, eh?

- ¡Que no! más vale que si ¿o no flaco?

-Seguro, yo estoy diez puntos, aseguró Gutierrez.

Los borrachos se motivaban para repetir aquellas competencias de hace veinte años atrás. Se mantenían en buena forma y se sentían capaces de hacer los 4500 metros a nado bordeando la playa.
Salieron del bar presurosos luego de apostarle al viejo una botella de whisky cada uno. Nadie los tomó enserio. Hicieron las ocho cuadras hasta el muelle que era el punto de partida. Cuando llegaron, un poco agotados por el alcohol no había nadie. Rápidamente se colocaron en la punta del muelle se quitaron la ropa quedando en calzoncillos y se zambulleron.

-¡Ta fría!, se quejó Aguirre

-¡No pensés y nadá!, respondió Gutierrez 
El flaco tomó la delantera y metió brazos como en sus mejores épocas.

-¡Vamo quemao! Gritó, pero cuando miró hacia atrás, su compañero ya no estaba. Miró hacia la orilla y tampoco lo encontró.

-¡Dale Quemao, salí!, gritó, pero nadie respondía.

Decidió volver al muelle. Pegó la vuelta pero la corriente comenzó a cambiar y se hizo más fuerte llevándolo hacia adentro del rio. Mantuvo la calma logrando nadar en paralelo a la costa. A esta altura el pedo se le había ido. En eso, sintió un ardor intenso en la pierna derecha.

-¡Aaaaaaaaargh! ¡La puta madre!, gritó. 

Recordó que las travesías se suspendían cuando en el rio aparecían rayas. Por más que luchó por mantenerse a flote el dolor era intenso, su pierna quedó inmóvil y sus brazos ya no daban más. Nadó desesperadamente pero cada brazada que daba lo agotaba más. Ya no podía luchar contra la corriente, que se lo llevaba y su físico no respondía. A los pocos segundos se hundió y no volvió a salir.

Poco tiempo después y a pedido del viejo Mincho se bautizó a la competencia de travesía en rio abierto como la "Gutierrez - Aguirre" en homenaje a los dos mejores exponentes en la materia que el pueblo había conocido. 

miércoles, 14 de febrero de 2018

37

Me dije, ya no quiero más y decidí cambiar. Tan simple como eso.
Dediqué toda mi vida a esto. Soy como Olegario, el bicho de luz del cuento de Susana Olaondo. Anduve toda la vida con la bombilla de luz apagada. La solución era tan solo ajustarla. Y voalá, prende, se ilumina todo. Soy un bicho de luz. Era hora. Quizás mañana despierte y ya no tenga este mismo ímpetu. Pero no importa, no debo abandonar. Llévalo a papel. Visita a tu hermano y a tus amigos. Ama a tu mujer y a tus hijos. Créalo. Crea tu propia realidad.