sábado, 28 de noviembre de 2020

Maradona inmortal



En el 86 estaba por cumplir 6 años pero recuerdo ese mundial como la primer experiencia que me marcó como futbolero. Recuerdo seguir a la selección uruguaya y sufrir con sus partidos. Llorar con la goleada en contra con Dinamarca. Y la agónica clasificación a octavos contra Escocia en un empate en cero goles.
Y en ese mundial veía como Argentina se hacía grande de la mano de Maradona. El primer recuerdo es el empate con Italia. Luego el partido con Uruguay en octavos. Nos ganaron bien pero en el segundo tiempo ya con Rubén Paz en cancha estuvimos cerca de empatar. Luego la magia contra los ingleses y a Maradona levantando la copa.
Ya en el 90 con casi 10 años, los recuerdos son más claros. La selección uruguaya haciéndome sufrir como siempre. Y la argentina creciendo con dificultades pero derrotando a sus rivales como equipo grande. Recuerdo la dupla mágica que formaron Maradona y Caniggia para liquidar a los brasileros, yugoslavos e incluso a los dueños de casa, los italianos. La final no pudo ser esta vez. Me viene a la memoria primero el insulto de Diego para los que le chiflaban su himno y luego el llanto de rabia por la derrota.
Luego de ese mundial comenzaron los problemas con la cocaína y el primer doping positivo. Una noticia triste y una enfermedad que lo acompañó hasta el final.
Las luces y sombras de las que hablan.
Pero estar del lado de Maradona es estar del lado de una persona auténtica que nunca ocultó sus problemas y siempre fue de frente. Nunca fue un hipócrita. Se opuso a los poderosos. Siempre con los débiles.
Nació en una villa, en la pobreza y conquistó el mundo con la pelota. El sueño del pibe. El sueño de los futboleros y las futboleras. Hoy, sus compañeros y colegas lo destacan como un líder ganador en la cancha y un rival respetable y admirado. 
Se mostró amigo de Uruguay. Nos respetó. Nos dejó afuera de aquel mundial en México pero tambien supo caer en las Copas América del 87 y del 89.
Maradona fue un jugador único y sigue siendo inigualable. De una velocidad increíble, llevaba la pelota atada de verdad. Se notaba como disfrutaba jugar al fútbol.
Contagiaba alegría dentro y fuera de la cancha. Hizo feliz a los argentinos y a los futboleros del mundo. Todos, hombres y mujeres lo amaban.
No se puede evitar hablar de sus conflictos porque nunca los ocultó. Tampoco podía, porque siempre estuvieron arriba de él.
Fue auténtico para bien y para mal. Amigo de Fidel y de Chavez, pero también de Menem y últimamente apoyando al movimiento kirnerichsta en su país. Y muchos no le perdonaron que un terraja de barrio pobre dijera lo que sentía siempre defendiendo a los más débiles. No le perdonaron ser auténtico. Le reprochaban una y otra vez su estilo de vida, la adicción a la cocaína, sus notorios problemas con el alcohol. Las relaciones extra matrimoniales fuera de la familia tradicional. Las mujeres, los hijos no reconocidos, las drogas. Su autodestrucción. 
Se llenó de moralistas de papel, que dan cátedra de como ser una persona decente. Que van señalando con el dedo con aires de superioridad. Los quiero lejos.
La autodestrucción que hizo Maradona con su vida no se justifica ni se aplaude. Se lamenta. Simplemente basta con una mirada un poco menos simplista y con un poco de contexto.
Maradona fue único, nos hizo felices y será inmortal.